sábado, 7 de marzo de 2015

Colchas de la Memoria: Resiliencia en acción

COLCHAS DE LA MEMORIA
Las Colchas de la Memoria son un conjunto de tapices artesanales, elaborados por un grupo de mujeres en el municipio de Maríalabaja, en la subregión de los Montes de María bolivarense. 
Estas mujeres son oriundas de distintos corregimientos de este municipio, entre ellos, Mampuján, El Recreo y San Pablo. 
Tras el desplazamiento de Mampuján del 11 de marzo de 2000, originado por el conflicto armado en los Montes de María, la Red de Mujeres cristianas de CEDECOL a través del Comité Central Menonita, envió asistencia a la comunidad para superar el dolor y el trauma producido por la guerra. Teresa Geisser psicóloga y artista textil norteamericana fue la persona enviada para ayudarles en este proceso, ella había trabajado en procesos similares de sanidad interior y superación del dolor a través de las artes en países como El Salvador. Teresa, en medio de la situación y desánimo de las mujeres de Mampuján les enseñó la técnica de aplicaciones sobre tela, llamada “quilt”, utilizada en su país para elaborar colchas.
Las mujeres de Mampuján comenzaron por hacer piezas pequeñas y terminaron haciendo grandes telares donde plasmaban sus vivencias y sus traumas. Los temas de las mantas son la esclavización, los palenques, el desplazamiento, los crímenes cometidos contra sus habitantes, etc. Las mujeres manifiestan que hacer y coser las mantas les ha servido de terapia para superar los traumas porque mientras las hacen conversan acerca de cada situación vivida y de esta manera socializan los sufrimientos de tal manera que terminan poniéndole humor a sus sesiones de artesanía.
Vale la pena recalcar que en un principio el “quilt” no tuvo gran acogida entre las mujeres de Mampuján, pero con el tiempo fueron desarrollando la destreza necesaria y pasaron de trabajar temáticas frutales y bodegones, a plasmar las escenas de la guerra y la realidad del desplazamiento forzado. La idea de plasmar la realidad de un pasado doloroso y triste nació en el corazón de estas mujeres.
"Para hacer las mantas de la exposición nos reuníamos dos horas, tres días a la semana. Esto ayudó a sanar el trauma. Al principio, dolía mucho y llorábamos. Ahora, sentimos que la terapia da resultado. Uno, antes, quería olvidar y arrinconaba los recuerdos, pero seguían ahí, lastimando. Con la terapia, uno recuerda lo malo, pero ya no hace daño". (Gledis López. Entrevista personal)
El primero de los tapices se llamó Mampuján, día de llanto. 11 de marzo del 2000. El deseo que tenían era el de recordar lo acontecido. Esta colcha se encuentra en el nuevo asentamiento, Rosas de Mampuján o Mampujancito. (Juana Alicia Ruíz. Entrevista personal)
Al terminar y poner en conocimiento de la comunidad la obra que habían realizado, la Red de Desarrollo y paz de Montes de María se interesó por el proyecto y quiso que este se duplicara en otras comunidades. Posteriormente Juan Manuel Echavarría conoció acerca de las Mujeres de Mampuján y a través de la fundación Punto de Encuentro, a la cual pertenece, quiso apoyar el proyecto de colchas de la memoria. Echavarría solicitó a las mujeres la producción de 11 colchas, con el fin de presentar exposiciones en distintos lugares de Colombia y del mundo.
En la actualidad, el deseo de las Mujeres de Mampuján es replicar este proceso en las distintas comunidades víctimas del flagelo de la violencia y del desplazamiento forzado, como una manera de ayudarles a superar el duelo, y dar de gracia, lo que de gracia recibieron.
La iniciativa de las mujeres tejedoras de la memoria de Mampuján es un referente obligado de procesos de memoria en los Montes de María: una forma en que una comunidad lucha contra el olvido y la injusticia, de la sublimación y expresión sobre los hechos violentos que transformaron y afectan su cotidianidad profundamente y que hoy siguen latentes y sin una verdadera reparación. Por medio de colchas de la memoria, por medio de proyectos productivos, por medio del Bullerengue, estas mujeres tejen la historia de sus vidas y de su pueblo, la memoria de las cosas que pasaron y que no deberían volver a pasar. (http://montemariaaudiovisual.wordpress.com/cinta-de-suenos/)
Las colchas reconstruyen memorias mediante la construcción de imágenes de la misma manera que las molas, textiles, colchas de retazos y otras tradiciones textiles son utilizadas por sus creadoras en un contexto culturales especial, como víctimas de la guerra, para contar historias, es decir, han sido usadas como un medio de comunicación social y cultural, de narrativa y tradición oral.
Teniendo en cuenta que estas mujeres proceden de poblaciones que fueron azotadas y desplazadas por el conflicto armado, resulta por demás benéfico el trabajo en equipo que requiere la elaboración de estas colchas, el recordar para sanar y la oportunidad de manifestar las emociones y sentimientos que produjo la guerra y el desplazamiento forzado. Bordadas delicadamente con encajes y telas traídas de Sincelejo, las figuras cuentan los episodios de la vida cotidiana así como el paso de su pueblo esclavizado de África a América y las rebeliones de los cimarrones.

La comunicación y la cultura pueden convertirse en herramientas de resistencia cultural contra el impacto negativo del conflicto armado. (Clemencia Rodríguez- 2008).  Luego, el  narrar a través de figuras en tela busca activar la evocación, el recuerdo a partir de la recuperación de imágenes, es decir, de la memoria como imagen. Así, el recuerdo se construye apelando al tiempo como figuras: los colores, olores, texturas, ritmos, formas que hacen, transportan o dan cuenta del momento significativo o del evento traumático. Disponer de telas de una variedad de colores y texturas busca invitar a explorar la imaginación. (CNRR. Grupo de MH-2010)

La elaboración de estos telares artesanales permitió a esta comunidad visibilizarse dentro de una sociedad que la marginaba y mantenía en el olvido. Fue así como dentro de la gestión de la Comisión Nacional de Reparación y Restitución, tuvieron acceso al proceso de Justicia y Paz

Los discursos narrados a través de estos coloridos telares se “escuchan” entre las comunidades víctimas del conflicto, pero también han sido escuchados en muchos lugares del territorio colombiano y resuenan en la comunidad internacional, visibilizando no solo el conflicto, las masacres, sino también, a las mujeres de Mampuján.
Las mujeres de Mampuján se apropiaron de este medio como una forma de producir imágenes para contar al mundo sus realidades. Para ellas, el ser entrevistadas y reconocidas ha sido como la recuperación de un espacio perdido, aún, de una identidad que fue maltratada y despedazada por el terror. Hoy día ellas se sienten empoderadas y listas para convertirse en agentes de transformación para la región.


martes, 17 de febrero de 2015

La Cultura y La Construcción de una Paz Territorial

En el reduccionismo del concepto, la cultura suele ser asociada con los festivales, fiestas patronales, carnavales, reinados y demás eventos relacionados al folclor de un territorio. En una definición más amplia e incluyente, la cultura es concebida como el conjunto de procesos simbólicos y sociales que permiten y promueven formas de organización social, imaginarios, sistemas de interacción, sistemas normativos, creaciones materiales, que se constituyen en valores y configuran espacios de interlocución. Estos valores definen adscripciones de identidad de los grupos sociales (locales, étnicos, regionales, nacionales, globales), no pocas veces generadoras de conflictos a lo largo de la historia que hoy, en el contexto de la globalización, se agudizan y obstaculizan o dinamizan el desarrollo (Abello y otros, 2013).
En un escenario de posconflicto como el que se avecina, la apuesta debe ir encaminada hacia la visibilización de la transversalidad de la cultura como elemento que puede coadyuvar los procesos de reparación, diálogo social, reintegración, reconstruyendo la memoria colectiva y el patrimonio histórico y cultural de las comunidades afectadas, a fin de restablecer su dignidad.  Del mismo modo, la cultura puede tener un gran campo de acción en la recuperación de los lazos de confianza y solidaridad que existían entre las personas antes de los hechos que los victimizaron.
Cuando se habla de posconflicto, las ideas que vienen a la mente son reinserción, fortalecimiento de las instituciones y de las comunidades en el territorio y el tema de la tierra y el desarrollo rural; sin embargo, se suelen pasar por alto otras formas de transición para buscar soluciones a las heridas y fracturas de nuestra sociedad.
En aquellas zonas que han sido golpeadas por el conflicto y la acción de grupos armados al margen de la ley, la cultura debe tomar la forma de una política pública, con presencia y compromiso de la acción estatal. Si desde ya anhelamos la consolidación de zonas de posconflicto, es importante tener en cuenta que la mediación de la cultura puede ser útil para establecer unas condiciones óptimas y afirmar las relaciones entre comunidades.
Desde la cultura se debe empezar a considerar el posconflicto, lo identitario y cultural al servicio del fortalecimiento del tejido social, de la tolerancia, la reconciliación y la memoria, y, sobre todas las cosas, del perdón.
Imaginar la cultura como gran contribuyente en la construcción de la paz territorial nos incita a concebirla como dimensión transversal más que como un sector más dentro de la administración del gobierno.

Prepararnos para la paz requiere ir más allá del restablecimiento de los derechos y de la garantía de los mínimos establecidos en nuestra constitución política, se trata entonces de establecer acciones diferenciales, para que se tenga en cuenta aún lo festivo e identitario, como  escenario para el diálogo intercultural y la construcción de la paz.