martes, 17 de febrero de 2015

La Cultura y La Construcción de una Paz Territorial

En el reduccionismo del concepto, la cultura suele ser asociada con los festivales, fiestas patronales, carnavales, reinados y demás eventos relacionados al folclor de un territorio. En una definición más amplia e incluyente, la cultura es concebida como el conjunto de procesos simbólicos y sociales que permiten y promueven formas de organización social, imaginarios, sistemas de interacción, sistemas normativos, creaciones materiales, que se constituyen en valores y configuran espacios de interlocución. Estos valores definen adscripciones de identidad de los grupos sociales (locales, étnicos, regionales, nacionales, globales), no pocas veces generadoras de conflictos a lo largo de la historia que hoy, en el contexto de la globalización, se agudizan y obstaculizan o dinamizan el desarrollo (Abello y otros, 2013).
En un escenario de posconflicto como el que se avecina, la apuesta debe ir encaminada hacia la visibilización de la transversalidad de la cultura como elemento que puede coadyuvar los procesos de reparación, diálogo social, reintegración, reconstruyendo la memoria colectiva y el patrimonio histórico y cultural de las comunidades afectadas, a fin de restablecer su dignidad.  Del mismo modo, la cultura puede tener un gran campo de acción en la recuperación de los lazos de confianza y solidaridad que existían entre las personas antes de los hechos que los victimizaron.
Cuando se habla de posconflicto, las ideas que vienen a la mente son reinserción, fortalecimiento de las instituciones y de las comunidades en el territorio y el tema de la tierra y el desarrollo rural; sin embargo, se suelen pasar por alto otras formas de transición para buscar soluciones a las heridas y fracturas de nuestra sociedad.
En aquellas zonas que han sido golpeadas por el conflicto y la acción de grupos armados al margen de la ley, la cultura debe tomar la forma de una política pública, con presencia y compromiso de la acción estatal. Si desde ya anhelamos la consolidación de zonas de posconflicto, es importante tener en cuenta que la mediación de la cultura puede ser útil para establecer unas condiciones óptimas y afirmar las relaciones entre comunidades.
Desde la cultura se debe empezar a considerar el posconflicto, lo identitario y cultural al servicio del fortalecimiento del tejido social, de la tolerancia, la reconciliación y la memoria, y, sobre todas las cosas, del perdón.
Imaginar la cultura como gran contribuyente en la construcción de la paz territorial nos incita a concebirla como dimensión transversal más que como un sector más dentro de la administración del gobierno.

Prepararnos para la paz requiere ir más allá del restablecimiento de los derechos y de la garantía de los mínimos establecidos en nuestra constitución política, se trata entonces de establecer acciones diferenciales, para que se tenga en cuenta aún lo festivo e identitario, como  escenario para el diálogo intercultural y la construcción de la paz.